jueves, 10 de enero de 2013

Nota Explicativa

Al más puro estilo de los buenos-y no tanto- escritores prolíficos, o al menos, conocidos, he decidido que antes de comenzar con mis entradas, es necesario explicar un poco de qué va todo esto.

Quizá sea necesario dejar a quien sea que lea esto conocerme un poco para que no solo entienda mis motivos para hacer esto, sino que incluso pueda llegar a hacer parte de ellos mi "viaje" por llamarlo de algún modo.

Pero no he dicho nada realmente; mi objetivo-misión-sueño es poder caminar. Sí, así como hay gente que quiere cocinar, o que quiere aprender chino, o que no deja de rezar hasta ver a la Virgencita, así yo. Pero mi objetivo es más insulso y, aunque en cierto modo original, no deja de ser extraño. Pero no caminar sin sentido. Caminar de cabo a rabo las Líneas de la popular, usada, socorrida y naranja red del Sistema de Transporte Metropolitano. Los chilangos le decimos "Metro". 


Así que...¿por qué le dan ganas a alguien de caminar las líneas del Metro? 

Nadie lo sabe. Pero la verdad es que no importan las motivaciones que nos lleven a hacer algo en la mayor parte de los casos; tanto es así, que a Newton nadie le preguntó en qué pensaba para ponerse a estudiar algo tan cotidiano como la luz, o a Arrhenius nadie le pidió explicaciones cuando dio la teoría de que la vida viene del espacio (panspermia), ni a Miguel Cabrera cuando pintó a Sor Juana (y si hicieron cara de que no saben de que pintura hablo, es esa mera que sale en los billetes de $200). Misterio. Cosas insondables de la humanidad. Sin embargo, como escribir es sencillo y barato y yo estoy bastante libre hasta que regresen mis obligaciones escolares, intentaré explicar mis motivos.

Motivación es una palabra flexible. Pero la principal y primer motivación para caminar tanto es el amor. Sí, eso mismo. Pero no se decepcionen, no es porque acabando, con todos mis kilómetros encima pediré matrimonio a alguien, acabando de caminar la última línea. Tampoco es una "manda", aunque lo parezca. Es amor, sí, pero al magnifico, fastuoso y bellísimo DF. Edmundo de Amicis escribió que debemos querer a la Patria por una gran cantidad de cosas; porque ella vio nacer a nuestros padres, los lugares que marcaron nuestra vida, las tradiciones que mantenemos vivas, la cultura que nos educó...y yo quiero al DF porque es mi patria chiquita. Es pequeña, pero es valiente y está muy poblada...si fuera una persona, sería un milagro de la medicina; tan obesa y operada que a primera vista es horrible, pero conforme se le conoce parte a parte, se observa una belleza que puede pasar desapercibida.


La siguiente motivación es más egoísta: satisfacción. Porque ponerse un objetivo y llegar al final del mismo es muy satisfactorio. Pero estos objetivos, a diferencia de los que nos ponemos en la vida, son tangibles. No pienso negar que es muy satisfactorio lograr algo que uno se propone, pero el hecho de poder ver a lo lejos la meta es...quisiera decir que es inexplicable, pero no: más bien mi léxico es muy corto para describirlo exactamente, sin adornos de más ni pecar de escueto.

Otra, que es complementaria a la primera, es conocer el DF. Y es que el Metro es...bueno, no describiré lo que el Metro eso. Plumas, voces y teclas mejores que las mías lo han hecho: Chava Flores, Monsiváis, y hasta Rockdrigo González le han dedicado algo a él. Intentar hacerlo sería prácticamente sacrilegio. Pero el Metro pasa por todos lados en la Ciudad de México; de zonas residenciales y con casas tan grandes que parecen palacios, como Polanco, la Roma, la Fondes...digo, la Condesa, pasa a lugares tan precarios (que la palabra "populares" nunca me ha gustado para esto) como Candelaria de los Patos (antigua zona de prostitutas), uno de mis lugares favoritos:la Merced, además del Centro Histórico, la Ciudadela, Coyoacán, Chapultepec...en fin. Si uno conoce el Metro, puede decir, sin afán de parecer pretencioso, que conoce lo bueno, malo, feo, bonito...la mayor parte del DF.

Le falta la Línea 12, que llega hasta Tláhuac. Pero aquí una imagen de la red.
Así que el DF es el amor de mi vida, a los 22 años. Tanto, que debo y quiero conocer las cosas buenas y malas; las bonitas y feas; las tapas y el vino y el tepache y los tacos. Este blog no será tanto un altar a mi viaje, como una oda a la Ciudad que me ha dado identidad, secretos, confidencias, me ha regalado lugares y personas mágicas. Solo eso. Espero no defraudarlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario