Esta vez, a diferencia de la anterior, fue por rabia. No, ningún perro ni rata me mordió (a decir verdad, una me besó, jaja) pero estaba muy enojado. Las razones...son poco importantes, pero digamos que la falta de madurez de la gente que me rodea (léase "becarios de Universum"...porque además de todo, soy becario en Universum) hicieron que estuviera de mal humor. Asi que, como es muy feo llegar a rumiar la frustración al hogar, decidí ir a caminar. algo tarde, es verdad, pero no por eso, menos disfrutable.
Entonces, hice el mismo recorrido que, cada sábado, durante un año, en 2010, hice: de metro Universidad a Metro Hidalgo, transbordar a la Línea 2 y hasta Cuatro Caminos. Afortunadamente, ahora no era de madrugada y no tenía que ir con los soldados para hacer el servicio militar, ni marchar, ni comer (aunque los mejores chilaquiles de mi vida fueron hechos por los "huachos"), sino fue para caminar el metro.
Llegar a Cuatro Caminos tiene la facultad de enmudecerlo a uno. Y no precisamente por el sonido (aunque, como cualquier CETRAM, no es nada silencioso), sino por lo grande. No es exquisitez; hay andenes de abordaje a camiones y colectivos en general hasta la letra Z. El metro es representado por un toreo que ya desmantelaron, que antes estuvo en La Condesa y donde, se cuenta, Ramón María del Valle-Inclán asistió a una corrida de toros, invitado por Obregón. Un dejo de humor negro se avista, porque, queriendo aplaudir, ambos son mancos...así que para aplaudir, ahora si que se dieron una mano cada uno. Pero me pierdo en anécdotas carentes de fuentes reales. Así que, algo desconcertado, y un mucho temeroso (zona no conocida por mi y cuenta la leyenda que asaltan mucho), emprendí el camino, a las 15h45. Infructuosamente, porque dos cuadras después, gracias al GPS de mi teléfono, descubrí que caminaba en sentido contrario al objetivo. Entonces, después de mi irrisorio error, corregí el rumbo, y algo más relajado, seguí hasta ver una barda que parecía interminable. Asumí (correctamente, después supe) que era el panteón español. Seguir la barda era obvio, más porque iba sobre la calle adecuada, San Bartolo Naucalpan. Pues después de eternidades de lo mismo (paso-barda-coches-paso-barda-coches...) por fin hubo un cambio. Y es que para llegar a Panteones fueron 20 minutos. El cambio fue el mismo que todos conocemos pero a veces no notamos cuando llegamos a un panteón: olor a flores muertas, acaso presagio de la muerte que se respira dentro de un cementerio, los talleres de cantería, incluso cierto dejo de nostalgia...
Huyendo de fantasmas y de Naucalpan, llegué por fin a la antigua Calzada México-Tacuba. No antigua porque haya cambiado de nombre, sino que era una de las 4 entradas de Tenochtitlan. Caminar por ahí es, como cada Avenida de México, un poco de cutura popular mezclado con conductores irresponsables, mucho trabajo alrededor y un infinito cielo de azul constante ( si ya leyeron "Platero y yo", discúlpenme describir el cielo del DF como el de Moguer), cercado por postes y posters anunciando curaciones milagrosas...
Tacuba, correspondencia con Linea 7, direcciones El Rosario y Barranca del Muerto es esa estación representada por unas florecitas. Son flores porque en náhuatl se llama Tlacopan, o séase, "plantas floridas". Se perfiló medio escondida por puestos, a las 16h30. No entré a la iglesia, pero la vi por fuera, y camine por el mercado...hasta Cuitláhuac. Después, ahí comenzó un paso que, por calificar de algún modo, denominaré "kamikaze" porque...bueno, Popotla, colegio Militar, Normal, San Cosme y Revolución fueron recorridas muy rápido. Sí, antes de que se lo pregunten, me vi tentado a entrar a un lugar hermoso, la Alameda de Santa María La Ribera, con su espléndido Kiosko Morisco, a Santa Julia, zona medio fea, a Santa María Auxiliadora, un gran ejemplo del neogótico en la Ciudad, junto al colegio Salesiano, a la casa de Cañitas, al Colegio Militar, donde una vez fui a un curso de espectroscopía de Absorción Atómica...pero entre Cuitláhuac y San Cosme (que tiene una iglesia bastante...estofada) pasaron solo 30 minutos. A Revolución llegué a las 17h20, con un ocaso amenazando la integridad de la luz natural...
Para esto, la Calzada México-Tacuba ya había recibido dos cambios: pasó a ser Ribera de San Cosme y Puente de Alvarado. Pasé Insurgentes, y apareció ante mi La Academia de San Carlos, con su hermoso edificio y su poco valiosa colección de pinturas de arte europeo, con autores mediocres, para luego pasar por un nuevo lugar repleto de historias: San Hipólito. No hablaré mucho de ella, es bonita, fundada en honor el santo patrono de la Ciudad, san Hipólito, ahora conocido por ser el objetivo de hordas furiosas de fieles a los que los capitalinos profesamos un temor casi religioso, llamados comumente "chacas". Es probable que haya oído de esta iglesia como "la de San Juditas". Caminé por la remozada Alameda, con sus fuentes bailarinas. observé la plaza de la Santa Veracruz, con la iglesia homónima y la de San José, proyectada por Tolsá, y con todo y su reliquia, certificada por el vaticano, de la Santa Cruz.
Camino recorrido mil veces: por Tacuba hasta el Zócalo. Y como escribió algún literato famoso (creo que José Emilio Pacheco): solo hay placer tan grande como la repetición. Bellas Artes, inmaculada cual virgen, con todo y su entrada regalada por los franceses, igual a la de la entrada del metro de París. La Latino, erguida, pese a su medio siglo de vida. EL Palacio Postal, con todo y El Museo de la Marina, en su planta más alta. Pasar por el Caballito de un Rey más majestuoso de lo que fue en vida, por la antigua escuela de Minería, por el siempre apreciado MUNAL con todo y sus Landesios, Velascos, Cabreras y Morlotes, por el MIDE, la biblioteca del Congreso, metro Allende...hasta la churrigueresca Catedral Metropolitana, hacia el único giro del camino. El Zócalo tenía una postal tan bella, con la bandera que es nuestra madre (según los militares...y me parece muy bonito describirla así), el palacio del ayuntamiento y un cielo color ocre de fondo...que valía la pena caminar desde cuatro Caminos, el antiguo Toreo (ahora inexistente...) solo para verlo.
Tomar fotos, aire, y Av. Pino Suárez, en honor del deshonorado vicepresidete. Todo en uno. Pasar por el museo de la Ciudad y metro Pino Suárez, con su basamento de Ehécatl., a las 17h56. Llegar a San Antonio Abad fue fácil...y comenzó la parte verdaderamente tortuosa: la línea 2 original inaugurada el 1 de agosto de 1970, solo de Taxqueña a Pino Suárez (en 43 días más se inauguró la parte de Pino Suárez a Tacuba, y fue hasta 1984 cuando se completó la Linea tal como la conocemos). Digo que fue la parte difícil porque las estaciones, que si han usado esta línea, parecen muy cercanas, caminándolas no lo parece. Y es que es del dominio público que el tiempo es relativo, pero...la distancia es la madre de la relatividad. Y si no me creen, pregúntenle a Einstein...o a ustedes mismos, si no usan la ouija. Pueden llegar en 20 minutos al otro lado de la ciudad, en un día de asueto, o en 4 horas, con muchos coches enfrente (y atrás, y a los lados, y a veces, arriba) de ustedes. Entonces, llegar a Chabacano, Viaducto, Xola (con todo y su palmera traída desde Guadalajara), Villa de Cortés, Nativitas, Portales, con su mercado, y Ermita con su kilométrico transbordo fue tan largo como la cuaresma para los carniceros de la España de la Inquisición. Solo veía obscuridad, prostitutas, hoteles y Oxxos. Descubrí que Calzada San Antonio Abad acaba en Viaducto y comienza a llamarse Calzada de Tlalpan...al llegar a Ermita ya eran las 19h09.
Pues bueno, después, llegar a General Anaya fue fácil, y aunque quería ver la que hubiera podido ser mi escuela, la ENCRyM, seguí por Tlalpan hasta un puente peatonal y, después de persignarme, lo pasé. Sin novedad Seguí por el otro lado (el que va hacia el norte) hasta la Country Club, caminé por una desierta calle lateral que da a Miramontes y, 3h56 minutos, muchos pasos, algunos centímetros de suela y con menos energía que al principio, pude entrar a la estación Taxqueña, con todo y su luna, homenaje a Taxco, y su plata ¿Ven como hasta en el metro la Metalurgia es importante? Esta línea es la tercera más larga: 23.431 km, pero solamente se ocupan 20.731 km para servicio al público. Una leyenda urbana cuenta que hay una estación en el Campo 1, casi en el Toreo, en caso de emergencia para que lleguen los soldados rápido al Zócalo.
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Recorrido, en Google Maps |
Y pues creo, sin lugar a dudas, que la Línea 2 tiene un encanto especial...mas por la cercanía de metro Taxqueña a la casa de cierta mina...
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